Sin duda ya es tiempo de emprender otra vez mi camino, como algo ya sabido, o como un juego que tiene sus aciertos y consecuencias, aprenderé de éste, mi nuevo desafío.
Volare, como toda clase de ave lo sabe hacer, emprendiendo mi camino ambicioso aún más allá de las fronteras. Tratando así de alcanzar, lo que llamo ahora, mi estrella distante, y que en su eterna luminosidad sabe distinguir sin verguenza mi destino. Pero volar, también requiere de complicaciones se debe; por ejemplo aprender a descender, a llenar de nuevo valor el interior, y adjudicar a éste mismo una voluntad imperiosa de no vacilar en nuestra decisión.
Más mis ansiedad de emprender este vuelo también se mezclan con juicios irracionales y pertenecen a formas abstractas y sensibles de los soñadores. Sus ideales por conquistar, se mezclan con las ganas de surcar mis cielos inexplorados, y la incomprensión del hombre realista que crítica todo ideal del soñador, se fusionan con el miedo que me da emprender mi descubrimiento y no descender de una forma calida, y tranquila a esta realidad.
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